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La narrativa de Harol Gastelú Palomino


La narrativa de Harol Gastelú Palomino

Por Joel Lenner Castañeda Dueñas

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En esta pequeña y breve introducción quiero enfatizar en el estilo que marca la narrativa de Harol Gastelú Palomino en cada uno de los cuentos que conforman Los pasos en la escalera, su nueva producción literaria. Empecemos por la temática. En él, la mitología andina y el amor están presentes, pero también los problemas que aquejan a la sociedad actual, tales como las secuelas del terrorismo, la delincuencia y, ahora también, situaciones de la vida cotidiana.
Característica propia de la década del 80, como producto del enfrentamiento entre las fuerzas armadas y las guerrillas, fueron las reuniones familiares, las cuales al caer la tarde e instaurada los llamados Toque de queda, se ejecutaban debajo de las pequeñas casas de adobe y quincha; se podían entonces observar a niños reunidos alrededor de un fogón o de la cama, escuchando, maravillados, las historias de un anciano, que comúnmente solían ser los abuelos y, en otros casos, los mismos padres; aquí, hombres protohumanos desfilaban alrededor de las casas, ánimas perdidas que divagaban por el mundo en busca de otras inocentes que debían devorar, vecinos que se convertían en animales o que exhalaban fuego por la boca, arrastrando largas cadenas que transmitían su dolor y angustia, duendes que ocultaban grandes tesoros, sirenas de rostros y voces aletargadas, toros de oro que emigraban del corazón mismo de las montañas, etc; en estas historias, los protagonistas, en su mayoría, solían ser los mismos quienes contaban aquellas historias, ellos habían oído entonces algo extraño en la puerta y corrían tras él, pero nunca podían darle alcance; en otras ocasiones, tiraban el lazo para atrapar al pecador convertido en un cuadrúpedo lanudo, pero que tras ser arrastrados largos metros y ya cansados, los dejaban huir; o ascendían los límites fronterizos de un olvidado camino para evitar ser devorados por quienes habían sido condenados y caminaban errabundos echando hordas de fuego por la boca o arrastrando sus largas cadenas, también de fuego. Harol, en Los pasos en la escalera, procura recuperar este acervo cultural, más direccionado a las ánimas en pena quizá, pero que representan y simbolizan un periodo en donde la magia y la ficción (para algunos reales) se apoderaron del imaginerío infantil y ayudaron a sobrellevar aquellas imágenes de muerte y de terror. Así, en cada uno de los relatos de Los pasos en la escalera que rondan esta temática, un narrador que lleva también su nombre (Harol) reconstruye las historias, para ello se vale del enfoque interno y un tipo de narrador protagonista; este enfoque y este narrador permiten al lector compenetrarse con la trama, además de procurar testimoniar, con la mayor objetividad posible, cada uno de los acontecimientos, tal y como aquellos abuelos lo hicieran en su momento; es el narrador entonces quien conversa con una hermosa dama y la ve cruzar la puerta del baño sin siquiera abrirla (La chica del hospital); es él quien oye sorprendido, a mama Juana Palomino relatándole la muerte de su sobrina, con quien acaba de conversar hace solo pocas horas (Camionero) y, en otros casos, al modo ancestral, es él mismo, aquella manifestación no humana que visita la casa y reconstruye sus movimientos a expensas de quienes habitan en ella (Los pasos en la escalera). Así, estos relatos, no sólo develan y ponen de manifiesto la riqueza del acervo ficcional de los andes centrales del Perú, sino también, guardan una segunda intención para quienes los relataban: una de las muchas formas que encontraron para proteger a los suyos de la desolación y la angustia, de la muerte y el miedo que significó aquella década violenta (Años 80), una forma diferente de evadirlo, de pretender crear para sus hijos y nietos un mundo que ellos desconocieron, pero que la anhelaban también, una de las mil, que encontró el lenguaje para expresar ese periodo negro de la historia del Perú.
Por otro lado, en Los pasos en la escalera, Harol aborda también temas menos ficticios que el de las ánimas en pena o menos dramáticos que los abordados alrededor del terrorismo; así, por ejemplo, nos presenta la enfermedad y el paso del tiempo en Rayos X, su admiración por Machupicchu en Oda a Machupicchu, la imprudencia humana en Volando por los aires, el amor, la muerte en Una tarde en la plaza Manco Cápac, el egotismo y la soberbia en Viajes en Fotoshop, la angustia e inconformismo adolescente en Skate, las palomilladas escolares en La visita, la pasión por el fútbol en El gol, el significado de la paternidad responsable en Fabiana, el engaño y la irresponsabilidad en La dirección y la situación de los chosicanos, durante los meses de diciembre, enero y febrero, a consecuencia de las condiciones climatológicas de la ciudad, en El diluvio.
Es pues el abordaje temático un foco importante en la narrativa de Harol Gastelú y es de reconocer que su acercamiento a cada uno de estos, dista de los de su generación, en su tratamiento técnico formal.
Pasemos ahora a enfatizar en la transversalidad de algunos recursos comunes en el libro, además del tipo de narrador y enfoque al que ya nos referimos anteriormente, es el uso de las escenas y lo que he de llamar “tramas de momento” como elementos fundamentales para transmitir suspenso, emoción y temor.
Como podremos notar, al abordar el texto, las narraciones de Los pasos en la escalera retratan acontecimientos acaecidos en el espacio y tiempo de solo un breve momento y un espacio en específico. La visita nos relata, por ejemplo, solo la llegada de la guapa muchacha, su presentación ante los estudiantes y su despedida, todo reunidos en un solo espacio, el aula de un colegio; Fugitivos, por su lado, comienza con el descenso de la montaña Runañan y termina al llegar al final de la misma; Oda a Gringasho, aborda el enfrentamiento de este, en una calle limeña, a los policías y su inminente captura; en fin, cada uno de los relatos del que esta compuesta el cuentario, posee esta cualidad: Un solo ambiente y un breve espacio temporal.
Consustancial al espacio físico y temporal esta también el uso de las escenas, que comprende ya la disposición temporal de los relatos. Este permite que la trama se desarrolle en ese breve espacio temporal y físico, referidos anteriormente, ya que las acciones se suscitan a medida que el tiempo también transcurre. Veamos el siguiente ejemplo en el relato que da nombre al cuentario:
Abrí: el tío Harol bajaba las gradas con pasos cansinos. Se empezó a alejar por el pasillo. Antes de doblar el recodo, volvió el rostro, un rostro que ya no era de este mundo, y me dijo adiós agitando su mano como antes.
Como se puede observar las acciones que realiza el personaje son referidas paso a paso; no obstante, estas acciones suelen ser interrumpidas, en algunas ocasiones por pausas digresivas que orientan nuestra atención hacia el pensamiento de los personajes, sus diálogos o la construcción de la trama; y en otras, por pausas descriptivas orientados a darnos mayor información respecto al ambiente o las características de los personajes. En Promoción se observa:
El prisionero levantó el rostro y le clavó la mirada. Había desprecio en esos ojos que él conocía muy bien. Sí, era Agustín, lo reconoció a pesar de la espesa barba y los cabellos largos que llevaba ahora. Agustín, el número uno de la promoción Amigos X 100pre, el engreído de los profesores del Estenós, el favorito de la miss Huayanca, el que le escribía poemas a Paola y le cantaba baladas con su guitarra, el que ingresó a La Cantuta para estudiar educación, el que un día desapareció sin despedirse de nadie como si la tierra se lo hubiera tragado. ¿Dónde estará Agustín?, se preguntaban los de la promoción en los reencuentros.
En esta ocasión las acciones se detienen para dar paso a una pausa digresiva que nos permite entender la relación cercana entre ambos personajes y esto solo es posible mediante la inserción enumerativa de diversas analepsis que buscan ofrecernos extractos de la vida de ambos y que, nos ayudan a entender la historia y a sus personajes.
Son entonces las escenas y “las tramas de momento” los que permiten alcanzar la intención comunicativa del autor: temor, misterio, angustia.
Finalmente, tenemos narraciones cuyo abordaje técnico y formal no es nada común en nuestro contexto; en estas la creatividad y la versatilidad del lenguaje se hacen evidentes. Aquí quiero enfatizar particularmente en narraciones como Camionero, Miriam, Otoño, Volar por los aires, Una tarde en la plaza Manco Cápac, Viajes en Fotoshop y Skate; cada uno de estos relatos posee su propia particularidad. La voz narrativa en Camionero, por ejemplo, es cedida a la protagonista de la historia, quien es la encargada de dotarle todos los detalles de su vida al lector, siendo el narrador solo el testigo de los acontecimientos. En Miriam, Otoño y Una tarde en la plaza Manco Cápac, además del lenguaje lírico esta el uso del narrador en segunda persona, a través del cual se construyen las imágenes, los simil y las hipérboles, tal es el caso de: “Me mirabas y de tus ojos brotaban pájaros, estrellas, un arco iris”, o “Yo sentía temblar mi corazón”, o “En el cielo las nubes están quietas como ovejas congeladas”; en todos estos casos, la intención es convertir, a través del lenguaje, los sentimientos y emociones del narrador en palabras; enfatiza entonces en la relación entre la Idea real y la imaginaria o ficcional, primero; para en el segundo y tercero combar la emoción que le embarga al encontrar a su amada o al encontrarse ya junto a ella.
En Volar por los aires, el enfoque varía a media historia, ya que, tras ascender el protagonista a su combi, relata la historia, pero ya no directamente, sino a partir de lo que, el resto de los personajes, pueden ver y percibir. En Viajes en fotoshop, por su lado, desde el mismo título, se muestra irónico y sarcástico ante la fanfarria y la soberbia humana, y esto lo logra a través de un tratamiento dialógico indirecto, en donde el protagonista asume la existencia de un segundo personaje, a quien parece querer convencer de la veracidad de sus viajes, o simplemente retrata in situ lo acontecido, que a su vez, simula la ausencia de un narrador; Skate, finalmente, posee la cualidad de estar construido sólo a través de enumeraciones.
En conclusión, son estas tres características esenciales la columna vertebral de la narrativa de Harol Gastelú: las “tramas de momento”, la priorización de escenas con su respectiva pausa y la originalidad del abordaje temático, los que rompen con la formalidad técnica de los mismos.
Los pasos en la escalera, es una colección de 21 relatos en cuyas tramas la magia, los mitos, costumbres andinas y vicios cotidianos se hacen presente en un lenguaje también cotidiano, lenguaje que invita al narratario a adentrase en su lectura y que hacen de su autor o la ratifican como uno de los baluartes más importantes de la literatura andina contemporánea.

Huancavelica, 29 de agosto de 2018

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